Calabaza

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El otoño nos recibe con manzanas, peras, nueces y cítricos, pero hay una hortaliza que, sin duda, es el icono de la época: la calabaza. Unida a la idea de un otoño ideal, aunque en realidad puedes encontrarla casi todo el año.

Gracias a la gran diversidad de variedades, y también a su larga conservación, esta hortaliza se puede disfrutar durante todo el año, aunque es cierto que es en otoño cuando más se antoja.

Tipos de calabazas

Estas son las variedades genéricas más comunes:

  • Butternut: llamada también squash, es alargada, de piel clara y lisa, con una base más ancha y una pulpa de color naranja vivo. Es una de las más versátiles y agradecidas para cocinar, con la piel fina y la pulpa firme y llena de sabor, sin ser excesivamente dulce.
  • Potimarrón o Hokkaido: Más redondeada y achatada, con frutos que no suelen superar el kilo y medio de peso, de piel más dura, color naranja más intenso y surcada con líneas verticales paralelas de tono más claro. Es más típica de invierno, menos acuosa y más dulzona.
  • Cucurbita maxima: es la clásica calabaza de Halloween. Redondeada, chata, de tamaño variable que puede alcanzar grandísimas dimensiones, con una piel algo rugosa y dura, recorrida por surcos más o menos profundos desde el extremo superior hasta la base.
  • Calabaza dulce de horno: Más rústica y de piel gruesa, rugosa y muy dura, típica de invierno, con una larga conservación y múltiples usos culinarios.
  • Calabaza gris: con una piel lisa, dividida en gajos más pronunciados por los surcos que la recorren de un extremo a otro. Se diferencia por esa piel más homogénea, fina, y el color ocre apagado, grisáceo. La pulpa es firme y densa, de color naranja oscuro o algo amarillento.
  • Espagueti: llamada así por su peculiar pulpa, muy filamentosa, difícil de cortar o de triturar para elaborar cremas o similares. La forma típica de cocinarla es entera o por mitades, para sacar esa pulpa en forma de filamentos gruesos, con el aspecto de espaguetis. Al exterior es cilíndrica y chata, de color muy pálido amarillento tanto en la piel como en la pulpa.
Cuando compres una calabaza, de preferencia, cómprala entera y elige un ejemplar que pese, con la piel sin daños visibles, o al menos sin golpes, ni arrugas o grietas. Debe ser firme al tacto y conservar el pedúnculo superior, pues alargará más tiempo la conservación. 

¿Cómo usarla en la cocina?

La calabaza es muy versátil en la cocina y puedes incluirla tanto en platos dulces como salados, fríos o calientes, pero siempre se consume cocida. Incluso, puedes ingerir su piel una vez cocida y previamente lavada.

Una de las mejores opciones para prepararla es asarla u hornearla, porque conserva todo su sabor y color, pero también queda muy bien al vapor, salteada o hervida en poca agua, en trozos grandes y con piel para que conserve mejor sus nutrientes.

Para conservarla

Para conservar la calabaza a corto plazo esta se debe asar. Se conservará por unos 6 días. Para guardarla por más tiempo, te recomendamos congelarla. Tendrá una vida útil de 1 año máximo. Las calabazas enteras se pueden conservar en la despensa por 6 meses.

¿Cómo congelarla?

Para conservar la calabaza fresca congelada es importante tener en cuenta cómo vamos a hacerlo para saber los tiempo de cocción y cómo prepararla. Puedes congelar la calabaza fresca de estas tres formas distintas. ¡Toma nota!

1. Congelar la calabaza fresca

Una vez pelada y limpia, córtala en dados de 2 o 3 centímetros y guárdalos en una bolsa hermética para congelarlos. Cuando quieras emplear esta hortaliza, solo tendrás que descongelarla en la refrigeradora.

Debes saber que, como la calabaza se compone en un 90% por agua, al descongelarla puede que se quede algo acuosa y flácida. Esto no quiere decir que se haya echado a perder, así que cocínala como prefieras.

2. Hervida, frita u horneada

Otro método para congelar la calabaza fresca es cocinarla previamente. Tienes varias opciones: hervirla, freírla u hornearla. Si vas a hornearla debes cortarla en dados con un grosor de 2 o 3 centímetros o en rodajas como si fuera una sandía. Procura que no sean de más de 3 centímetros.

Cuando la tengas troceada, ponla en una bandeja de horno, rocía con un chorro de aceite de oliva y hornea a 320ºF durante una hora. Una vez cocinada, déjala enfriar y guárdala en bolsas para congelar. Para descongelarla, déjala en la refri y úsala para hacer puré.

3. En forma de puré

Una de las mejores formas de congelar la calabaza fresca es en puré. Para ello, puedes asarla o cocerla con agua, un chorrito de aceite de oliva y una pizca de sal. Puedes añadir ciertas especias como comino o pimienta negra, pues combinan a la perfección con esta hortaliza.

Cuando quieras descongelarlo, solo tendrás que poner el puré en la refri hasta que se descongele por completo. Caliéntalo muy bien para que vuelva a recuperar la textura que tenía antes y listo.

Recuerda que, para congelar las verduras en casa y que aguanten más tiempo, es fundamental que el congelador funcione de forma correcta.

Cómo pelar una calabaza

Te ofrecemos un método infalible para pelar una calabaza antes de congelarla. Los pasos que debes seguir son los siguientes:

  1. Como la piel de la calabaza es muy dura, en lugar de intentar pelarla con un cuchillo, lo mejor será ablandarla para eliminarla después con mayor facilidad.
  2. Una buena manera de ablandar la piel antes de pelar y conservar la calabaza fresca es utilizar el horno. Lo primero será limpiar la calabaza muy bien con abundante agua. Después, sécala con un paño suave y limpio que no deje pelusa y hazle unas pequeñas incisiones para que la calabaza no explote por el calor.
  3. Precalienta el horno a 350ºF e introduce la calabaza una vez caliente durante 20 minutos. Pasado este tiempo, la piel se habrá ablandado y podrás cortar y pelar la calabaza sin problemas.
  4. Es imprescindible que no cocines la calabaza más de 20 minutos, de lo contrario comenzará a cocinarse por dentro y no querrás que esto ocurra.

¿Quieres tenerlas en tu huerto?

Las calabazas son plantas bastante sensibles y las semillas no germinan en tierra muy fría. Generalmente se siembran durante el mes de junio para cosechar en octubre. Requieren de un espacio de 30 metros cuadrados, ya que las filas deben estar por lo menos a 3 metros de distancia. Las variedades miniatura necesitan de no más de 50 centímetros de espacio entre una y otra. Las variedades de arbusto necesitan no más de 2 metros de separación.

Se debe mantener el área limpia de malezas o hierbas. Un lugar que no se seque con rapidez y tenga mucho sol. Las abejas, son necesarias para la fertilización, así que si necesitas aplicar un insecticida, hazlo en la tarde o temprano en la noche para que las flores hayan cerrado y no se contaminen. Cosecha las calabazas cuando tengan una corteza firme y estén de color naranja. Manéjalas con cuidado, ya que si no han madurado completamente y se lastimarán se echarán a perder. Guárdalas en un lugar fresco y seco.


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