Roles masculinos y femeninos; son válidos en el matrimonio de hoy?

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Roles de pareja

Las mujeres han alcanzado importantes posiciones políticas, económicas y sociales (el caso más reciente es la doctora Michelle Bachelet, presidenta de Chile), reciben la misma educación, compiten con otros hombres para los mismos puestos de trabajo, en fin, que pareciera que vivimos momentos donde la igualdad de los sexos está más pareja que nunca.

La pregunta obligada es: ¿cuánto de esos cambios se reflejan en los matrimonios de hoy? Cualquiera podría decir que nuestros abuelos jamás cambiaron un pañal, pero que los hombres del siglo XXI, sí lo hacen; que los hombres de antes sentían vergüenza de lavar platos, y ahora hay más esposos que realizan dicha tarea; que los hombres de antes jamás cocinaban y ahora hasta toman clases de cocina…

Eso es cierto, dice la licenciada en Derecho, María Eugenia Solís, lo que yo no podría asegurar es que sea porque hay un cambio de actitud, de respeto y de redistribución de tareas dentro del hogar o si se debe a la incorporación obligada de las mujeres al mundo productivo, que no deja otra opción. Para la licenciada Solís, quien se reconoce feminista, hay un discurso que aplaude los cambios y una actitud mental que espera que adicionalmente las mujeres sean magnificas esposas, amas de casa (si hace crochet, mejor) y madres excepcionales.

Es una combinación de todo lo que plantean quienes apoyan la igualdad de los sexos y los que exigen que las mujeres cumplan su rol a la vieja usanza. Es un discurso con una práctica incoherente, dice.

Entonces, ¿no hay cambios? Según esta abogada y miembro del Colectivo LaCuerda, una publicación feminista que circula en Guatemala, sí, pero son las menos las que batallan por nuevas normativas, por la valoración de las diferentes jornadas que realizan las mujeres, las que cuestionan y las que exigen que sus relaciones se rijan por principios de bilateralidad y reciprocidad.

Diferencias fundamentales

Y cómo son estas mujeres?, se preguntará uno. Solís explica que son personas seguras, independientes, con una alta autoestima, que se hacen respetar y son capaces de poner límites. Por supuesto que hace falta una contraparte receptiva, dispuesta a ceder privilegios, porque en el fondo sabe que su compañera tiene la razón, dice esta abogada.
Para llegar a este punto antes tienen que darse algunas condiciones mínimas, como por ejemplo, el hábito de hablar sobre las cosas que molestan e intentar encontrar soluciones; negociar, replantear y hacer pactos. Porque cuando uno busca calidad de vida, se está dispuesto a trabajar por alcanzarla, dice Solís.

Aunque a veces ese estatus no está en la agenda femenina. Y es que a juicio de esta abogada, es difícil ir contra las pautas culturales que presionan a las jóvenes para que se ajusten a ciertos roles tradicionales. Tal es el caso del novio, el matrimonio, los hijos y la forma en que debemos manifestar amor a nuestros seres queridos: servicio y abnegación a morir, dice Solís.

Por supuesto que debe haber amor, pero no el que nos vende la publicidad, es decir aquel que glorifica a la madre, pero que en la práctica no hace nada para respetar lo maravillosas que somos. Y me refiero a cómo colaboramos para bajarle la carga, la tensión, así como reconocer el trabajo que realizan las mujeres, agrega.

La tarea pendiente

Según esta feminista, para equilibrar los roles dentro de un matrimonio, las mujeres tenemos que hacer visible lo que hacemos; las diferentes jornadas, las múltiples obligaciones, la no re distribución de las tareas dentro del hogar y la no valoración del trabajo que el matrimonio, la maternidad demandan y la vida profesional.

Para Solís esta es una tarea pendiente que debe realizarse, en especial, porque hay una tendencia a servirse del trabajo de otros sin reconocerlo. Quien tenga más poder –fundamentando en lo que sea- se va a aprovechar del trabajo ajeno y hasta lo va a convencer de que así será feliz, útil y que tiene una razón para vivir, dice.

En definitiva, ella piensa que es necesario crear un ambiente más democrático entre la pareja, porque en la medida en que ambos decidan qué quieren, cómo lo quieren o por qué están juntos, en esa medida tendrán una relación más segura, sólida, generosa y equitativa.

María Eugenia Solís es licenciada en Derecho por la Universidad de San Carlos de Guatemala. Ejerce la práctica privada. Es, además, miembro fundador del Colectivo LaCuerda, un periódico feminista que circula en Guatemala.


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