En busca del árbol de navidad Chichavac

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El árbol de Navidad no solamente es un símbolo tradicional de la temporada, es la oportunidad para crear tradiciones familiares y el pretexto perfecto para visitar este paraíso.

Si estás en busca del árbol de Navidad, un día en Chichavac no solo te enseñará sobre la preservación del pinabete, sino te dará la oportunidad de crear una nueva tradición familiar.

Aquí es en donde sucede la magia

Ubicado en el Km 93.5 CA-1 hacia Tecpán Guatemala, Finca Caleras Chichavac se dedica al cultivo del pinabete (Abies guatemalensis redher). Rodeada de árboles de sauco, la casa antigua es hoy una posada donde se encuentran objetos que cuentan historias de familia.

Para elegir el árbol debes ir a la plantación dentro del bosque, donde el olor a pinabete te envolverá totalmente. Después de seleccionarlo, lo cortan y preparan para llevar a casa. Dos cosas seguro traerás de vuelta al visitar Chichavac: un lindo árbol y el recuerdo de un día feliz.

Axel Fabián Pira Öller, nació en Väddö Stockholmslän, Reino de Suecia, el 20 de enero de 1870. Emigró a Guatemala en 1896. Conoció a Leonor Carlota Thöm Salazar con quien se casó y tuvo cuatro hijos: Carlos Enrique, Guillermo, Amalia y Axel. Decide vivir en Tecpán, Guatemala y residir en Finca Caleras Chichavac. Carlos Enrique se hace cargo de la finca cuando Axel Fabián fallece. Chichavac en Cakchiquel significa donde la sienega. Hoy es una antigua fábrica de cal, se dedica a la silvicultura, y dentro de este cultivo de bosques se ha designado un área para el cultivo del pinabete.

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Un poco de historia con Salvador Pira

Para nosotros de niños, en la finca, la época navideña empezaba una semana antes de la Noche Buena con la elaboración del papel que serviría para hacer el nacimiento. Del aserradero de mi abuelo Axel, nos traían aserrín y con los tintes que se compraban en la botica de don Regino en Tecpán, se teñía. Se ponía a secar al sol en el patio de la finca que días después, con almidón de yuquía, se pegaría al papel.

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Mientras se secaba el aserrín, elaborábamos las ensartas de manzanilla con el fruto de las cercas de los potreros. Mi mamá Isabel, nos proveía de aguja capotera e hilo con que ensartábamos las manzanillas para elaborar un cordón con el que luego decoraríamos el nacimiento.

Armábamos ranchitos con paja de trigo, y arbolitos con alambre y trapo. Luego colocábamos las imágenes de San José, la Virgen María y los pastorcitos. No faltaban el buey, la mula y las ovejas. Estos estaban hechos de barro y pintados a mano. Un espejo hacía la lagunita; luego rodeábamos de musgo y los cordones de manzanilla el nacimiento.

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Acercándose la Navidad, con mi papá, salíamos al bosque en busca del árbol de Navidad más bello, y con hacha en mano, de dos golpes lo cortaba. Se colocaba sobre una cruz de madera y lo decorábamos con bombas brillantes de cristal, candeleros y pequeñas candelas. Desde ese momento ya no podíamos ingresar a la sala de la casa hasta la llegada de San Nicolás a media noche de Noche Buena.

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Esa noche, toda la casa estaba bellamente decorada. En la sala, iluminada por el fogón de la chimenea, estaba nuestro bello árbol decorado e iluminado. Al frente habían muchos paquetitos con regalos para todos. En la mesa habían nueces, avellanas, higos secos y como descendientes suecos no podían faltar los arenques. Cenábamos pavo con salsa de frutas y jamón con mermelada de sauco que mi mamá preparaba con anticipación.

Entre la alegría, las risas, regalos, deliciosa comida y muchas emociones terminaba la Navidad, y quedábamos en espera del 6 de enero, donde los Reyes Magos llegarían y dejarían una roja manzana, un pequeño racimo de uvas y chocolates para cada uno de los niños.


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