Es un buen momento para iniciar el desafío de practicar la esperanza. ¿Te has cuestionado si está presente en tu vida diaria? Esperanza viene del latín “esperare” que significa esperar. Esta virtud te hace buscar con entusiasmo y con aliento, te permite conocer qué es lo que deseas alcanzar y saber cómo lograrlo.
¿Cuándo hay esperanza?
Cuando posees un gran amor a la vida y tienes la capacidad necesaria para establecer metas realistas. Hay esperanza cuando descubres cómo alcanzar tus objetivos y encuentras rutas alternas, cuando tropiezas y tratas de empezar de nuevo sin frustraciones. Cuando toleras los cambios y los reinicios.
Esperanza significa confiar en el mañana que vendrá. Depende de ti cómo elijas asumirlo, cómo aceptes los retos y las contrariedades, cómo los trabajes y cómo los enfrentes. Eres tú quien decides.
¿En qué esperas?
Es una buena pregunta de reflexión que puedes hacer diariamente. ¿Esperas que cada día sea mejor cumpliendo tus objetivos? o ¿esperas que los demás hagan lo que quieres?
La esperanza te hace creer que eres capaz de hacer lo que te propongas, te da esa fuerza interior para levantarte y seguir adelante, para luchar ante situaciones inesperadas, difíciles, que llegan con dolor, con sufrimiento… ¡Es un toque mágico que te anima! Esta virtud es una luz que te hace brillar y te dice ¡sigue adelante!, lo que toca es difícil pero lo puedes conseguir. ¡Confía, espera, mañana será mejor!
El Papa Francisco dice: “La esperanza es una virtud humilde, esa virtud que fluye bajo el agua de la vida, pero que nos sostiene para no ahogarnos en tantas dificultades, para no perder el deseo de encontrar a Dios, de encontrar ese rostro maravilloso que todos veremos un día”.
¿Cómo obtener la esperanza?
Encuentras esperanza cuando le das sentido a tu vida, te sientes valioso y confías en ti, cuando haces conciencia de lo que te hace brillar, cuando te sientes útil, capaz de hacer el bien, cuando descubres la luz del amor en los demás. El saber que puedes ayudar y reconocer la lucha de levantarte ante las caídas constantes es un camino para obtener esta virtud.
¿Qué te impide tener esperanza?
Cuando te cierras en tus preocupaciones y te desanimas, cuando las cosas no salen como quieres. Pierdes la esperanza cuando caminas para escaparte de la realidad de la vida, o cuando no te reconoces ni reconoces a Dios. Si dejas de soñar perdiendo la ilusión, o caes en el vacío existencial y no encuentras sentido en tu vida, llegas finalmente a la desesperación.
