Pero, ¿qué es la proactividad? Se puede definir como la actitud que desarrollan algunas personas para emprender caminos nuevos y originales, donde las situaciones no conocidas son sinónimos de retos y los errores son interpretados como oportunidades de aprendizaje en lugar de fracasos. Los proactivos no esperan a que las cosas sucedan por sí mismas y mucho menos esperan que alguien las haga por ellos. Todo lo contrario: ellos generan su realidad y abren sus oportunidades. Una pregunta clave es ¿cómo les enseñamos esto a nuestros hijos?
Estas son las siete reglas que sirven de guía
1. Aprender hábitos
Estos son adquiridos por los niños cuando repiten una conducta. Si no lo han hecho bien, los puedes ayudar haciendo una pequeña revisión para identificar dónde se cometió el error y dejar que lo intenten de nuevo. Recuerda motivarlos en lugar de descalificar sus intentos.
Los hábitos se adquieren gradualmente y van de la mano de la voluntad: ese impulso de continuar con la actividad propuesta hasta lograr lo que se quiere.
2. Retos según su edad
Haz que la actividad que tus hijos iniciarán esté de acuerdo a su etapa de desarrollo para evitar el aburrimiento —se da cuando sienten que la actividad es muy fácil—, o la frustración —cuando sienten que la actividad es ardua y creen que no la podrán completar—. Esto es clave para lograr que los niños sean proactivos.
3. Evita darle todo a tus hijos
Es bueno que pidan para que tú puedas enseñarles de qué manera obtener lo que desean. De esta forma se mantendrán motivados para alcanzar sus metas. Esta es una gran oportunidad para motivarlos a que luchen por sus objetivos.
4. Dales objetivos claros, precisos, delimitados y sé constante con ello
Si tus hijos saben lo que se les pide, será más fácil para ellos lograr el objetivo. Más adelante, aprenderán a proponer sus propias metas de forma clara y precisa.
5. Camino claro
Para llegar a sus objetivos, será necesario que sepan cómo hacerlo: qué instrumentos, herramientas y habilidades necesitarán.
6. Perseverancia
La mejor característica de los niños proactivos. Recuerda que cuando un niño aprende hábitos y está forjando su voluntad, hay que persistir y practicar una y otra vez. «La práctica hace al maestro», dice el refrán.
7. ¡Resultados!
A medida que la voluntad se va instalando en tus hijos, los llevará a hacer lo que es mejor para ellos, no lo que les apetece en un momento determinado. Por ejemplo, si aprendieron a establecer una rutina para hacer sus tareas, ellos podrán organizarse cada vez más y disfrutar así de actividades luego de terminar con su responsabilidad.
Luego vendrá:
- Ya que su voluntad ha sido instalada, podrán cumplir con las metas que se propongan. ¡Aprendieron la voluntad, la disciplina y la constancia!
- A medida que tus hijos aprendan a usar su voluntad, su madurez aumentará. Serán jóvenes más responsables de sus tareas y aprenderán a disfrutar de la vida en el momento adecuado.
- La voluntad se puede seguir desarrollando, aunque tus hijos tengan 8, 10, 15, 30 o 50 años. El aprendizaje nunca acaba, sobre todo el deseo de superarnos a nosotros mismos.