El color, el sonido y el sabor de la felicidad

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La felicidad es altamente cotizada, mucho más deseada que el éxito probablemente. Los caminos que conducen a ella son tan diversos como personas existen. Cada quien la encuentra en un lugar propio y muchas veces, inusitado.

¿Tiene la felicidad un lugar? ¿Un color? ¿Un precio? Si le preguntamos a una persona sinestésica podría definirnos el color, el sonido o el sabor de la palabra felicidad. Si consultamos a Dan Buettner, nos dirá sin dudar que esta tiene un color: el azul, y que él ha localizado por lo menos cinco zonas en las que la gente es más feliz. Las zonas azules. El génesis de estas es la búsqueda de poblaciones en todo el planeta donde las personas gozan de longevidad. Vivir más años se logra como resultado de hábitos y comportamientos sociales, los cuales convergen ineludiblemente con lo que muchos traducimos como felicidad.

Aunque Buettner atribuye nueve aspectos a las zonas azules, vamos a destacar las seis más importantes:

Define un propósito de vida: la vida se recorre mejor si sabemos a dónde queremos llegar. El filósofo Nietzsche lo definió magistralmente: «el que tiene un por qué, soporta cualquier cómo». Si no sabes cómo empezar, reserva unas horas a la semana para ayudar a los demás. El «verte en otro» puede ayudarte a encontrar tu camino.

Reduce la prisa: no corras. Camina, respira, desmenuza los momentos. Reserva por lo menos 15 minutos para reflexionar. Tus decisiones serán más sabias.

Alimenta tu fe: la creencia en Dios abre horizontes. Busca formas y momentos concretos de alimentar tu vida interior de acuerdo a la religión que profeses. En este campo, solemos ser tacaños, así que habrá que estar más alerta.

Valora a tu familia: querer y dejarse querer incondicionalmente. Nada más sencillo que eso.

Ten amigos: la amistad forja lazos que nos impulsan y dan soporte en las buenas y en las malas… No dejes de apartar tiempo para una buena conversación o para llamar a alguien por su cumpleaños.

Y, ¿por qué no?, bebe todos los días un poco de vino: un poco, nada más. Bueno, pensándolo bien, lo suficiente como para que veas que tu felicidad es ¡doble!

De esta primera lista, extraeremos dos: familia y propósito de vida. Las escogimos a raíz de un video que se volvió viral. Preguntan a dos grupos de personas: ¿Qué te hace feliz? Las primeras respuestas son: trabajar en New York como periodista, dormir, pasarlo bien con mis amigos… El segundo grupo responde: estar con mi familia, mantener la ilusión, caminar y que el viento roce mi cara… ver a mi hija y cómo lucha por vivir. Quienes forman este grupo son personas que padecen cáncer o tienen familiares enfermos.

¿Por qué las respuestas son tan opuestas si todos buscan la felicidad? Creo que se debe a que las personas del segundo grupo encarnan el desapego. Entonces, es más fácil fijarse en lo esencial: la familia y el propósito de vida. 

El mejor ejemplo de desapego es el de un miembro de una tribu nómada que habita el desierto. Él afirmaba: «Si estás a solas en aquel silencio, oyes el latido de tu propio corazón. No hay mejor lugar para hallarse a sí mismo. Allí todo es simple y profundo. Hay muy pocas cosas, ¡y cada una tiene un enorme valor! Cada pequeña cosa proporciona felicidad. Allí nadie sueña con llegar a ser, ¡porque cada uno ya es!»


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