Guía de la leche

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La leche es un alimento que nos acompaña durante toda la vida, y por su gran aporte de nutrientes, proteínas, vitaminas y minerales esenciales, es vital en nuestra dieta. También es una gran aliada en la cocina, ya que su gran versatilidad da grandes beneficios en sabor y textura a varias recetas, desde salsas hasta postres.

Hoy en día, por razones de salud o tantas otras, hay disponibilidad de diferentes tipos en el mercado. Pero ¿sabes diferenciar cada tipo de leche?

 Aquí te damos una pequeña guía para que escojas la que mejor se adapte a tus necesidades.

Leche de vaca

Al hablar genéricamente de leche nos referimos a la leche de vaca, que aunque también puedes encontrarla procedente de otros animales, como la de oveja o la de cabra, definitivamente es la más conocida.

Es la leche más consumida, ya que aparte de sus propiedades nutricionales, en la cocina su aporte en materia grasa ayuda a dar contextura a muchas comidas. Puedes distinguir varios tipos con diferentes características:

Cruda

Es la que sale directamente de la vaca (u otro animal), sin ningún tipo de tratamiento. Los principales organismos de salud pública, como la FDA o la Agencia Europea en Materia de Seguridad Alimentaria (EFSA), recomiendan no consumirla. El motivo de esta advertencia es que esta leche puede contener patógenos que provocan enfermedades como la tifoidea, salmonela, fiebre de Malta y otras. El mayor riesgo lo corren los niños, personas embarazadas y adultos mayores.

Entera

Es la que conserva todo su contenido original de nutrientes, minerales y proteínas. Su contenido en grasa varía entre 3,5 y 5%, dependiendo de la raza de la vaca. Dentro de una dieta equilibrada es una leche perfectamente válida, especialmente en niños. Su textura y sabor son bastante pronunciados.

Semi descremada

A esta leche se le elimina mediante procesos tecnológicos la mitad de la grasa, presentando un contenido total entre 1,5 y 1,8%. Para compensar la pérdida de nutrientes, generalmente suelen añadirse posteriormente.

Por sus características intermedias, es la mejor opción para quienes no necesitan controlar las calorías, pero prefieren no consumir demasiada grasa. Mantiene un excelente sabor.

Descremada

Contiene los niveles de grasa más bajos, inferiores al 0,5%. Al igual que la semidescremada, se enriquece con vitaminas y minerales para compensar la pérdida de nutrientes durante el proceso. Es la leche más adecuada si estás en una dieta para adelgazar o necesitas controlar el nivel de colesterol. Tiene un sabor más suave.

Deslactosada

Si eres intolerante a la lactosa, pero amas los postres y cremas que contengan leche, esta es la opción perfecta. Puedes encontrarla entera, semidescremada o descremada y la puedes ocupar para las mismas recetas que con la leche común.

En polvo

Se obtiene mediante la deshidratación total de la leche líquida. Al no contener agua, se conserva durante más tiempo que las líquidas. Además, una vez reconstituida, tiene un valor nutricional similar al de la leche líquida y puede usarse de la misma forma que las otras.

La encuentras en varias versiones: descremada, semidescremada, deslactosada, y también en algunas leches de origen vegetal.

Leches especiales

Estas son opciones que puedes usar para repostería o para darle un toque especial a tus recetas. También son perfectas para acompañar bebidas como el café o el té.

Evaporada

Esta leche pasa por un proceso de deshidratación que le resta hasta un 70% del agua que posee. Tiene un gran aporte de minerales y vitaminas A y B, lo que la convierte en una opción muy sana. No contiene azúcar y puedes usarla para dar consistencia a diferentes postres y preparaciones en repostería y otras recetas. Perfecta para preparar bavarois, flanes, jaleas y pasteles, como el famoso Tres Leches.

Condensada

Al igual que la evaporada, pero en menor grado, pasa por un proceso de deshidratación, con la diferencia que se le agrega una gran cantidad de azúcar para obtener la textura espesa y su sabor característico.

Se ocupa sobre todo en repostería, para la elaboración de cremas y rellenos. La mejor para preparar pies de cítricos, de queso, manjares, etc. Otros de sus usos son: elaboración de tragos dulces, cafés o simplemente, para comerla a cucharadas.

Leches vegetales

Por varias razones, cada vez son más las personas que deciden consumir leches vegetales. Además, cada día estas alternativas son más fáciles de encontrar y tienen múltiples beneficios:

  • No contienen lactosa, por lo que son una excelente opción para quienes son intolerantes a esta.
  • No contienen gluten, excepto la de avena, lo que las hace perfectas también para los celiacos.
  • Son bajas en grasas y las que contienen son mono y poliinsaturadas, beneficiosas para el corazón.
  • Tienen un alto contenido de vitamina B.
  • Son más ligeras y de fácil digestión.

¡Una maravilla! Estas son las más comunes:

Soya

De textura rica y cremosa, es ideal como bebida, pero también para cocinar y para repostería. Perfecta para preparar cremas de verduras. Solamente pon cuidado a la temperatura cuando la mezcles con café o cualquier bebida caliente, ya que puede cuajar.

Te recomendamos elegir su versión orgánica. Es rica en proteínas, calcio, fósforo y vitaminas del grupo B. Es muy digestiva, libera los azúcares poco a poco, manteniendo este componente en sangre en su modo más óptimo, lo que la hace perfecta para personas diabéticas. Es fuente de calcio, disminuye el colesterol y es muy recomendada por sus propiedades para regular los síntomas asociados al síndrome premenstrual y a la menopausia.

Almendras

Cremosa. Es ideal para tomar con el café o con el té, para cocinar y en la repostería. Se puede hacer en casa dejando en remojo las almendras durante toda la noche, para luego colarlas y mezclar. Puedes endulzarla al gusto. Ideal para preparar pasteles y flanes.
Especialmente indicada para personas que necesitan un aporte extra de energía. Es una excelente opción para niños en crecimiento o personas mayores, y para atletas porque es rica en antioxidantes y minerales como el potasio y el calcio.

Coco

Una leche suave y fresca, con un sabor y textura delicadas. No contiene demasiada fructosa ni glucosa y solo presenta un 2% de azúcar, por lo que es ideal para saciar los antojos dulces sin aportar demasiadas calorías. Comparable en consistencia a la leche de vaca semidescremada.

Ideal para cualquier uso, especialmente con cereales, en bebidas calientes y batidos. Disfrútala en platos asiáticos como currys, en salsas para pollo, langostinos a la crema.

La leche de coco contiene altas dosis de hidratos de carbono, por lo que es muy energizante.

Avena

Contiene gluten. Con un dulzor y una cremosidad muy naturales, es genial para cocinar, pero no recomendable para la repostería, ya que puede resultar demasiado densa. Es perfecta en gratinados.

Es rica en nutrientes esenciales, ideal dentro de una dieta equilibrada y en dietas de adelgazamiento para obtener una buena ración de energía sin nada de grasas. Esta leche aporta buenas cantidades de fibra.

Arroz

Tiene una consistencia ligera, casi aguada. Por su dulzor ligero y natural, es ideal para tomar con cereales y para cocinar, pero demasiado ligera para tomar con bebidas calientes.

Es una leche muy relajante y estabilizadora del sistema nervioso, por su alto contenido en triptófano y en vitaminas del grupo B. Además de ser muy nutritiva, es de las leches vegetales que contienen menos calorías.

Tips para su uso

En general a todas estas leches se les puede dar un uso similar a las leches de origen animal, pero por sus diferentes sabores hay algunas más indicadas que otras en determinados platos.

  • Para salsas saladas y salsa bechamel, la mejor es la leche de soya que no sea azucarada ni aromatizada.
  • Para batidos puedes usar cualquiera de ellas, y en general para otros postres como flanes o natillas. Solo toma en cuenta que algunas aportarán un toque más aromático por su sabor, como la de almendras y la de arroz.
  • Para purés, o para dar cremosidad a guisos de carnes, te recomendamos la leche de almendras y la de avena.

Cómo conservarlas

De origen animal

Generalmente el envasado de la leche, ya sea en empaques plásticos o en tetrabrick, garantiza una larga conservación, aunque se mantenga a temperatura ambiente. Pero debes tomar en cuenta que una vez abierto el envase debes conservarla en la refrigeradora, y tomar nota de estos otros consejos:

  • Abre los envases en el mismo orden en que los compraste.
  • En la refrigeradora mantén los envases cerrados para protegerla de olores fuertes procedentes de otros alimentos.
  • Déjala en su envase original, esto conserva el sabor y el valor nutritivo.
  • Puedes congelarla. El tiempo prudente es durante tres semanas. Sin embargo, al descongelarla puede perder su textura original.

De origen vegetal

Al igual que la leche de vaca, necesitan refrigeración una vez abierto el envase. Consúmelas en un plazo de tres a cuatro días como máximo para que no se alteren sus propiedades.

Por último, si no tienes problemas de intolerancia u otros, te recomendamos combinar distintas variedades de leche según el momento del día, por ejemplo, elige la leche de soya o de almendras para el cereal del desayuno, y opciones descremadas y ligeras para el reconfortante vaso de leche caliente para relajarte antes de ir a la cama.


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