Adoptar no es plan B

588
Aixa de López: soy mamá de cuatro y ninguno de mis hijos es un plan B. Dios no hace ese tipo de niño. Mis dos primeros vinieron por el milagro de la biología y las dos últimas, por el milagro de la adopción.

Mi esposo y yo hablamos de la posibilidad de adoptar cuando éramos novios. Él había tenido cáncer testicular y aunque no había recibido radioterapia, siempre existía la duda sobre el tema de concebir. Dijimos que nos daríamos un plazo de unos dos años para tener bebés, y que si no era posible, adoptaríamos. Pero concebimos y dimos a luz sin ningún problema, dos veces. Pero mi corazón seguía embarazado con la idea de adoptar.

Cuando mis dos primeros hijos tenían 10 y 8 años, comenzamos a visitar un hogar de niñas cada miércoles por la tarde. Leíamos una historia y orábamos con ellas, sin saber que este sería el método para dejarnos caer resbalados, uno a uno, al plan de agrandar nuestra familia. Allí conocimos nenas, no estadísticas. Rostros, nombres, historias, necesidades. Y eso cambia las trayectorias. Nuestros hijos crecieron en empatía porque veían con sus propios ojos la necesidad de niñas que eran igualitas a ellos y al mismo tiempo tan diferentes. Y una noche, mi niño antes de dormir, me dijo “¿y nosotros cuándo vamos a adoptar a alguien?”. Así nada más. Y supe que estábamos siendo llamados a algo. Le dije que era una decisión grande y que todos debíamos estar de acuerdo. El niño oró desde esa noche hasta que llegó su primera hermana por adopción.

Uno a uno fuimos tocados en el corazón. Hicimos todas las pruebas y tomamos todas las charlas. Y nos dieron un papel que decía que sí: podíamos ser papás de alguien que ya existía pero que jamás habíamos visto. Fue un sentimiento de alegría profunda y también de miedo. Alegría de caminar aventurarnos a amar al extremo, y miedo de no dar la talla y de terminar de soltar la ilusión del control (ilusión porque realmente nunca lo tenemos).

Nos la presentaron en un folder que contenía papeles impresos de colores, con su historia hiper resumida y su sonrisa… esa sonrisa que hacen los nenes de 6 años cuando ya quieren que los dejen en paz para seguir jugando.

Y vino a casa el 17 de marzo del 2014. Y fuimos 5. Pero no por mucho tiempo. Al conocerla, conocimos a otra nena, que había crecido con ella en el mismo hogar de protección. Ella también anhelaba una familia, y por ser hermanas de crianza (no biológicas) pudimos proceder a adoptarla también. Después de otro proceso y todo un nuevo expediente, un año después, fuimos 6. Ser mamás no es un plan para que otros nos hagan felices y enteras, sino una carrera en la cual nos sacrificamos al ponernos al servicio de alguien más débil para instruirlo y amarlo, incondicionalmente, aún en días cuando queremos salir corriendo.

Hoy Ana Isabel, 19, Juan Marcos, 17, Evy, 16 y Alejandra, 14, dan testimonio de lo que creemos: que la vida es un regalo que no podemos auto-producir y que no existen niños plan B.


Close