Un estudio de Mayo Clinic señala que diversos padecimientos pueden ser detectados a tiempo gracias al color de los labios, estos pueden darnos señales de alerta cuando nuestro cuerpo padece y nosotros no nos hemos dado cuenta.
Si estás atenta a algunos signos, seguramente podrás identificar posibles padecimientos y confirmarlos con un médico.
Oscuros o pálidos
Los labios pueden oscurecerse o lucir pálidos, y ambos colores son señales que no debes pasar desapercibidos. Si presentan partes oscurecidas, debes descartar problemas con el hígado. Si en cambio, tus labios lucen pálidos; podría deberse a la hipoglucemia o ser causa de una disminución del número de glóbulos rojos —anemia—.
Agrietados
Es más común de lo que desearíamos, que nuestros labios presenten grietas y luzcan resecos. De ser así, es necesario tomar acciones en tu dieta. Debes aumentar el consumo de:
– Agua: puede ser que estés deshidratada y por eso tus labios estén resecos.
– Hierro
– Vitamina B3 y B6
– Zinc
¿En qué alimentos puedes encontrar estos nutrientes? El berro, la acelga, el hígado y el atún son excelentes fuentes para consumir Hierro. Las vitaminas B3 y B6 puedes encontrarlas en gran cantidad en alimentos como el arroz integral y el pan integral. El hígado y las carnes rojas son también una rica fuente de estas vitaminas.
El zinc puedes encontrarlo en nueces, legumbres, levadura, carnes de res, cerdo y cordero.
Sensibles o hinchados
Puede ser una reacción alérgica a algún producto que estés utilizando directamente sobre tus labios o que te aplicas de forma cercana a estos. Por ejemplo, un lápiz labial, pasta de dientes, protector solar o una crema humectante.
Lo más aconsejable en estos casos es llevar un registro de lo que te aplicas y si tienes alguna reacción. La idea es jugar con los productos para encontrar el causante de esta reacción. Ideal si puedes acercarte al dermátologo para no solo aliviar la reacción sino sanar tus labios definitivamente.
Irritación en las comisuras
Las fisuras o grietas en las comisuras de los labios son muy dolorosas. Comúnmente, se producen por infección micótica o bacteriana, déficit de vitaminas, anemia, mala alimentación, prótesis dentales inadecuadas, defensas bajas, o estrés.
