La tendencia slow design

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Fotografía: Slow Living ldn

El slow design es un movimiento que empezó en Italia en 1986. Comienza con la tendencia slow food y nuestra necesidad de vivir de manera más sostenible. Es un medio para inspirar y fomentar un enfoque holístico y colaborativo del diseño para reducir el consumo de recursos, considerar los efectos a corto y largo plazo de un producto o espacio y reflexionar sobre factores éticos y sociales.

Se trata de optimizar el bienestar de las personas, crear ambientes que promuevan socializar e interactuar a un término de largo plazo. Al vivir en el ritmo tan vertiginoso que nos propone la sociedad actual, esta tendencia busca en términos generales, tener armonía con la vida y el ecosistema y no depender del tiempo.

Se enfoca en el origen de los materiales y el tipo de proceso que estos llevan. Una de las características principales para llevar a cabo esta tendencia, es utilizar muebles sostenibles o ecológicos, que lleven un proceso donde no se dañe al planeta, es decir, sin ningún tratamiento químico y que sean reciclables.

Los 6 principios

Los seis principios del slow design son una forma de pensar, creada para inspirar a los diseñadores a hacer las cosas de manera diferente. Originalmente fueron esbozados por Carolyn F. Strauss y Alastair Fuad-Luke como respuesta a la necesidad de nuevas herramientas y estrategias para evaluar el diseño con miras a la sostenibilidad social, cultural y ambiental.

Los seis principios incluyen: revelar, expandir, reflexionar, involucrar, participar y evolucionar.

1. Revelar

El slow design revela experiencias de la vida cotidiana que a menudo se pierden o se olvidan, incluidos los materiales y procesos que pueden pasarse por alto fácilmente en la existencia o creación de un artefacto. Puede ayudarnos a encontrar «placeres estéticos inesperados», reubicar lo desconocido y ayudar a crear conciencia.

2. Ampliar

Esta tendencia considera las «expresiones» reales y potenciales de los artefactos y entornos más allá de sus funcionalidades percibidas, atributos físicos y vida útil.

3. Reflexionar

El slow design induce al consumo reflexivo. Los diseñadores de productos están cuestionando no solo los valores ecológicos, sino también las experiencias perceptivas y emocionales que puede ofrecer la materialidad única de los productos. Esto significa una mayor conexión con los objetos cotidianos que va más allá de la conveniencia o la función. La filosofía japonesa wabi-sabi puede ser una referencia útil aquí: los artículos cotidianos se celebran a medida que envejecen y adquieren imperfecciones que reflejan su propio viaje y la relación con su propietario.

Satisfacer necesidades reales en lugar de necesidades transitorias de moda o impulsadas por el mercado, es uno de los objetivos más importantes.

4. Involucrarse

Los procesos de Slow Design son de código abierto y colaborativos, y se basan en el intercambio, la cooperación y la transparencia de la información para que los diseños puedan continuar evolucionando hacia el futuro.

El cuarto principio, involucrar, alienta a los productores a colaborar en los diseños, de modo que los conceptos de diseño fluyan libremente dentro de la industria.

5. Participar

El slow design alienta a los usuarios a convertirse en participantes activos en el proceso de diseño, adoptando ideas de convivencia e intercambio para fomentar la responsabilidad social y mejorar las comunidades.

6. Evolucionar

Si bien esta tendencia a menudo nos anima a ser conscientes del momento presente, el sexto principio pide a los diseñadores que piensen en las necesidades del futuro y cómo los diseños pueden enriquecerse con el tiempo.

¿Cómo puedes implementarlo?

  • Utiliza muebles duraderos que no se deban cambiar pronto, para así desacelerar el proceso de deshacerse de un mueble y tener que comprar otro.
  • Al comprar mobiliario, en vez de enfocarte en comprar rápido, hay que tomarse el tiempo y escoger esa pieza que estará en un interior por largo tiempo; es decir, saber escoger para así suprimir la necesidad de cambiar pronto tu mobiliario. No solo se trata de adquirir una pieza, sino el proceso que hay detrás de esta, quien la hizo y cómo la hizo. Piezas hechas a mano son las más aptas para esta tendencia, elementos elaborados por un artesano o artista local.
  • Al decorar un interior, no compres por llenar un espacio, sino adquiere piezas que llenen con un valor especial y de forma única.
  • Es un estilo minimalista, amigable con la naturaleza, porque usa el orden y espacios no recargados. El color de predilección es el blanco en paredes y techos. Las ventanas deben de ser amplias y grandes para dejar entrar la luz natural además de llevar la naturaleza hacia el interior.
  • Utiliza ambientes abiertos sin tabiques para facilitar la interacción. Además de promover la interacción también promueve el espacio personal, ese espacio donde uno se encuentre con uno mismo y tener ese tiempo donde te puedas desconectar y disfrutar de la vida.

Más que una tendencia, el slow design es una forma de vida que viene a sacarnos de la prisa en que vivimos actualmente, llevar la vida con armonía y disfrutar cada espacio con pasividad y cuidar todos los detalles para hacer de este ambiente un ambiente con estilo.


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